El 17 de marzo, el presidente filipino Duterte ordenó el confinamiento estricto de los 105 millones de habitantes del país disgregados en 7.000 islas, para afrontar la pandemia del coronavirus, o lo que él llamó “la balada de nuestras vidas”. Sin embargo, la tarea se vuelve compleja, cuando millones de esas personas tienen como vivienda chabolas, en grandes suburbios de ciudades inmensas como Manila, o deben salir a realizar trabajos informales (transporte de personas, reciclaje, venta ambulante…) o a pedir en las calles, para conseguir algo que llevarse a la boca.
Precisamente pensando en esas personas y a pesar de las dificultades del confinamiento, ARCORES Filipinas ponía en marcha el programa “Kindness Stations” o, en español, “Estaciones del bienestar”. Dichas Estaciones no son sino lugares habilitados por ARCORES Filipinas y las entidades colaboradoras, donde los más necesitados pueden acudir para recoger una bolsa de alimentos o hasta recibir un plato caliente con arroz y verduras. Estos espacios cuentan con total garantía de higiene y seguridad, tanto para los voluntarios y trabajadores como para los beneficiarios.
La primera “Kindness Station” de ARCORES Filipinas comenzó a funcionar, en Cavite, el 2 de abril de 2020, y atiende a guardias de seguridad, a conserjes y a los pobres del vecindario. Por otra parte, nuestros compañeros de ARCORES Filipinas han seguido trabajando para ofrecer este servicio incluso en las islas más lejanas, como la de Casian, en el archipiélago de Palawan, al occidente de Filipinas; en aquella viven solo 500 familias de pescadores. En esta y en otras 20 similares, la Familia Agustina Recoleta lleva a cabo, desde hace más de diez años, una intensa labor pastoral y de promoción humana.
Reflexión
Nos dice santo Tomás de Villanueva: “Es una gran virtud la misericordia. Ella nos hace muy semejantes a Dios, nos convierte en verdaderos hijos de Dios. Por eso recomendaba el Apóstol a los Colosenses: Revestíos pues, escogidos que sois de Dios, santos y amados, de entrañas de compasión (Col 3,12). No seáis duros, insensibles, secos como piedras. Esforzaos en ser atentos unos con otros, de modo que os afecte la necesidad ajena y os conmueva la miseria del prójimo. ¡Ay de los insensibles y crueles! El Apóstol, entre otros pecados, enumera el vivir sin afecto, sin lealtad, y sin entrañas de comion” (Rom 1,31) (Santo Tomás de Villanueva, Conción 199,4).