La creciente pobreza en las Islas Filipinas sigue siendo una penosa realidad, no solo en las comunidades apartadas sino también en las grandes ciudades; y solo desde los propios grupos humanos es posible atajar esta preocupante situación.
Ante este hecho, desde la comunidad parroquial de San Isidro Labrador, en la isla Casian, se lleva a cabo un programa de alimentación, tres días por semana, para los alumnos de la escuela primaria del “barangay” o barrio pobre de la isla. La ración alimentaria incluye arroz y gachas de verduras con pescado o carne de pollo. Los maestros de la escuela local, los jóvenes y padres voluntarios ayudan en la preparación y reparto de la comida.
Por otro lado, la Parroquia de la Basílica de San Sebastián, en el centro de Manila, es conocida por su programa de alimentación “Mga Anak ng Diyos” (hijos de Dios), que atiende a más de 200 habitantes de la calle y a indigentes en todo el área metropolitana. Este programa, desde hace más de 25 años, ofrece comida caliente y ayuda alimentaria todos los viernes.
Asimismo, la Parroquia del Monte Carmelo, en Cebú, estableció asimismo en el año 2017 un programa de alimentación para niños en edad escolar, a los que ofrece almuerzo y clases de catecismo.
Responder a las realidades del hambre y permitir a las comunidades parroquiales participar en un compromiso compartido para ayuda de los necesitados es cooperar a solucionar el problema de la pobreza.
Oración
¡Señor, nuestro Dios y Padre! Danos la gracia del amor fraterno: que una corriente sensible, caliente y profunda corra en nuestras relaciones; que nos comprendamos y nos perdonemos; que nos estimulemos y nos relacionemos como hijos de un mismo Padre; que no haya en nuestro camino obstáculos, ni bloqueos, sino que seamos abiertos y leales, sinceros y afectuosos y, así, crezca la confianza como una árbol frondosa que cubra con su sombra a todos nuestros hermanos y hermanas. Amén.